Labor humanitaria en el Campamento de Refugiados Saharaui
Labor humanitaria en el Campamento de Refugiados Saharaui
El 17 de febrero de 2007 el equipo de Clínica Dental Doctores Blanco salíamos del Aeropuerto de Asturias, cargados con maletas, máquinas y material clínico, para pasar una semana en el Campamento de Refugiados Saharaui ayudando a los que más lo necesitan. A las 00:15 aterrizamos en el aeropuerto militar de Tinduf. Allí conocimos a Indio, el encargado de recibirnos y llevarnos a nuestro alojamiento. Aprovechamos la media hora de trayecto para enterarnos de la situación del país y de sus costumbres. También para disfrutar del cielo, que gracias a la ausencia de luces artificiales tenía más estrellas de las que se pueden contar. Aproximadamente a la 1 de la mañana llegábamos a nuestro destino.
Nos alojamos en una especie de residencia compuesta por barracones de adobe. Al día siguiente, a pesar del cansancio y de ser domingo, empezamos la jornada temprano. El hospital estaba en medio de la nada: sucio, destartalado… Curiosamente, a pesar de las condiciones en las que se encontraba, la clínica tenía el mismo olor característico de todas las clínicas del mundo. ¡Y eso es muy reconfortante a tantos kilómetros de distancia! A los pacientes no parecía importarles que no hubiera aspirador o agua en la escupidera. Llegaban, se sentaban y esperaban resignadamente a que hiciéramos nuestro trabajo. ¡Salvo algunas excepciones todos tenían la boca bastante bien!
Durante nuestra estancia en el Sahara descubrimos por qué nuestros pacientes tenían tanto desgaste oclusal: por la arena que arrastra el Siroco, el viento del desierto, que se mete por cualquier parte. Uno de los días el viento era tan fuerte que no pudimos trabajar, ya que se había ido la luz y no funcionaba nada. Sin embargo, a pesar de los contratiempos, disfrutamos enormemente de esta experiencia tanto en lo personal como en lo profesional. Fue muy gratificante poder ayudar a personas que lo necesitaban y que hacían decenas de kilómetros para visitarnos en el centro sanitario. En el terreno personal descubrimos la grandeza de la cultura saharaui: atentos, agradecidos, encantadores y felices, a pesar de no tener nada. Una experiencia solidaria que sin duda repetiremos.